Una historia de Ana María Saucedo Sánchez
San Luis Potosí
25 de abril de 2023
— En un lugar muy lejos pero muy lejos de aquí, hay una ciudad en donde se construyeron unas figuras como triángulos; ahí es donde los pobladores enterraban a sus gobernantes con tesoros, muebles, comida y hasta mascotas. Había pasadizos secretos y también cuando sellaban las entradas ponían unas letras que eran maldiciones para que no fueran a robarlas.
— Qué interesante Maya, ¿cómo supiste tanta cosa o te lo inventaste? — dijo la niña que la escuchaba atenta.
— jijijjiji reaccionó Maya — llevándose la mano a la boca, luego contestó a su gran amiga de la primaria: — no lo inventé, lo vi en la tele y luego busqué en la compu. Hay muchas tumbas en formas de triángulos bueno no sé, no me acuerdo como las llamaban, y también había una construcción grandota recostada como un león con cara de un gobernante. Busca la información para que veas que no son inventos míos — Las dos niñas soltaron unas cuantas carcajadas.
Lía le dijo a Maya: — como que me da miedo, pues son muertos así como momias, y eso de la maldición, ay mamita.
— No, no pienses así — Maya respondió. — Mira aquí dice que son tumbas y los enterraban en las pirámides: así se llaman los triángulos que te decía jajajaja, ya mero le atinaba, y los personajes eran los Faraones, como gobernadores o presidentes algo parecido.
— ¿Y ese lugar todavía existe? — pregunta Lía. — sí contesta Maya. — Se llama Egipto y se encuentra en el continente Africano.
— También recuerdo que ahí había una mujer muy inteligente que hablaba varios idiomas y que fue faraona de ese lugar, aunque ella era de otro lado… Sí, de Alejandría. Entonces es Alejandrina la Faraona, jajajaja. — Las dos niñas volvieron a reír e incluso a mí me dio risa.
— No, no se llama así — les digo, y espero a que recuerden el nombre. Pero las niñas no parecen escucharme.
Maya dijo: — déjame buscar su nombre, porque no creo que se llame así… Mira aquí dice que había una mujer de la familia de los tomases, de los que… no, de los tomases, de los Tolomeos, jajaja. — Las dos niñas vuelven a reír.
— No sabes leer, le voy a decir a la maestra jajajaja — comenta Lía
— ¡Cleopatra! — casi grita Maya, — así es su nombre. Mira era una reina de Egipto muy bella, joven y lo más importante, era muy inteligente.
— Cuando yo sea grande seré gobernanta — dice Lía, — ¿y tú Maya?
— Yo seré arqueóloga, buscaré tumbas de mujeres importantes en Egipto o aquí en México y en muchas partes del mundo.
Yo estaba sentada en mi lugar, escuchando atenta a la conversación. Me parecía emocionante lo que aquellas niñas de mi clase decían y lo que querían ser cuando fueran mayores. Yo no sabía aún qué sería o que estudiaría cuando fuera grande, solo me gustaba observar el cielo, donde estaban las estrellas.
Sin pensarlo, les dije que era genial lo que platicaban, que imaginé todo: el desierto, los templos y las pirámides. Que pensé en cómo sería descubrir una tumba llena de tesoro, joyas, vestidos; en los colores que tendrían las piedras preciosas: como el verde de las esmeraldas, el rojo de los rubíes, el amariillo del oro; me pregunté cómo serían los vestidos, ¿ya existiría el hilo de oro o plata?
Maya y Lía voltearon desde su lugar, en donde todos los días comían el lonche durante el recreo, y comenzaron a reírse.
— Hola Tita, ¿cómo estás?, ni te habíamos visto — dijo Maya — sí es genial descubrir cosas, personajes y lugares desde aquí — levantó su teléfono — ¿a ti que te gusta hacer?
— Pues nada — me dio miedo contestar. Por un momento pensé que no era algo importante lo que me gustaba, pero luego me llené de valor y les dije — veo por las noches el cielo y las estrellas.
— ¡Está genial! — Maya respondió — es verdaderamente genial.
— ¿Y tienes el mirador para ver? — preguntó Lía.
—JAJAJAJA — rió Maya — ¿cómo que mirador? se llama microscopio…
Lía se rió a carcajadas — tú estás peor que yo, creo que no sabemos nada, jajaaja — y volvieron a soltar risas.
— Se llama telescopio — les dije — es un aparato con el cual se ven objetos lejanos utilizando espejos curvos para captar y enfocar la luz del cielo nocturno.
—¡Qué interesante! — aplaudieron Maya y Lía emocionadas
— ¿Sabes que en dirección o con la forma de las estrellas se guiaban antes las personas? —dijo Lía
— sí, con las constelaciones — comenté.
— Ándale, quise decir eso — respondió Lía.
Desde aquel día formamos un gran equipo, pues teníamos algo en común: nos fascinaba viajar a la hora del recreo, buscando tesoros, tumbas, personajes, estrellas y todo eso, comiendo.
Recorrimos muchos países explorando sus lugares antiguos, sabiendo que siempre encontraríamos historias que contar o imaginar.
— Y colorín colorado él que no se pare se queda pegado — decíamos siempre al terminar nuestras pláticas y corríamos soltando risas matutinas, mientras volvíamos al salón de clases.
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